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Hace poco se daban a conocer en Hellín los resultados de un programa local, No te enredes en la Red, dirigido al alumnado de Secundaria de varios IES de la localidad, y cuya finalidad era concienciarles acerca de los peligros que puede esconder el uso de Internet y las nuevas tecnologías. La iniciativa alcanzó a casi 1.200 alumnos de  centros públicos y concertados, y se hace absolutamente necesaria en cuanto a los hábitos de uso y consumo que hacen los y las adolescentes de Internet y de los dispositivos móviles de acceso, favoreciendo prácticas de riesgo si no hay un adecuado control y una buena educación al respecto.

Si analizamos el párrafo anterior, no hay nada que parezca fuera de lugar y el programa, además, de adecuado, es absolutamente necesario. No obstante, tanto en este programa como en cualquiera de sus réplicas o iniciativas similares, se están dejando fuera de la ecuación una serie de factores indispensables si es que queremos alcanzar una sociedad civil educada en el correcto uso de las redes sociales y de Internet. Veamos algunos de ellos:

1. Los padres: poco se consigue con el alumnado cuando los padres no hace un uso adecuado de Internet. Peor todavía cuando estos se niegan a aprender de qué se trata… Un buen porcentaje de madres y padres apenas utiliza el correo electrónico y tienen conocimientos básicos de búsqueda de información en la Red. Y, la gran mayoría, apenas sabe cómo funcionan las redes sociales en las que sus hijos participan, y es por eso por lo que tienen temor de las nuevas tecnologías. Lo primero es educar a los padres (los y las adolescentes vienen casi aprendidos por naturaleza) para que sepan cómo funcionan, qué implican y para que el ansia de consumo tecnológico sea una herramienta y no un distractor en la educación de sus hijos e hijas.

2. Los docentes: ya es sabido que muchos docentes tienen graves carencias en cuanto a formación en nuevas tecnologías, pese a que se han conseguido importantes avances en los últimos años, más por iniciativas locales o por interés personal que realmente por una política de Gobierno que favorezca el aprendizaje y aprovechamiento de las TIC en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Son ellos el siguiente gran desafío: conseguir un cuerpo de maestros y docentes preparados en el uso de las redes, trasladando la potencialidad de las nuevas tecnologías, los libros digitales y todas las herramientas técnicas que puedan aparecer en el futuro como parte de la educación y no como un elemento anexo.

3. Los y las adolescentes: si bien es cierto que la enseñanza respecto al uso adecuado de la Red es muy útil y la adquisición de la competencia tecnológica es algo a lo que aspirar, no componen el todo necesario.

Nuestros hijos e hijas deben aprender a actuar con responsabilidad, respeto y, sobre todo, saber que sus actos no solo tienen consecuencias (como ocurre en cualquier espacio de la vida), sino también tienen un elemento que hace únicos a los “errores” cometidos en Internet: su repercusión y permanencia.

Lo principal es comprender que la tecnología no es un accesorio más en nuestra vida, ni debe ser una necesidad motivada por la presión social, la moda, el consumo o por el ansia de controlar cada paso de nuestros hijos e hijas.

Las TIC y los dispositivos llegaron para quedarse, pero deben ser administrados con  responsabilidad por personas capaces y responsables. Es decir, que se deben utilizar a una edad adecuada, después de un contundente proceso de enseñanza-aprendizaje y con objetivos claramente marcados para cada espacio de uso: el educativo, el personal, el social, etc., estableciendo límites claros no solo en cuanto al espacio, sino también al contenido, las herramientas y el tiempo. De lo contrario, los efectos negativos que está trayendo su penetración descontrolada en la sociedad no desaparecerán en el corto plazo ni menos de la mano de un programa puntual.